
- Se hundió un nuevo intento por reformar las reglas de juego de la política en el país. No fue suficiente el liderazgo y compromiso de Humberto de la calle (Artífice de la paz con las Farc) y Ariel Ávila (uno de las nuevas figuras de la política nacional) para lograr -al menos- que el articulado saliera de la comisión donde se discutía y tuviera un debate en plenarias.
La reforma le apuntaba a un asunto crucial de la precaria democracia colombiana: la justicia electoral. Si sigue existiendo impunidad para los delitos electorales, van a seguir dándose pocos instrumentos disuasivos para domesticar las casas políticas clientelares y agentes políticos tradicionales. Seguiremos en una democracia feroz, como lo señala Gustavo Duncan.
Se seguirán dando, y multiplicando, los casos Aida Merlano.
El proyecto de ley pasó sin pena ni gloria, tal vez por cierta novatada de sus ponentes, pero en el fondo, no logró -siquiera- que se debatiera en la opinión pública, por la sólida reticencia de la clase política para auto reformarse.
Mientras tanto, otra reforma, impulsada por el presidente del congreso Roy Barreras, sigue vivita y coleando en el congreso –acaba de ser aprobada en la Comisión respectiva-. A pesar de algunos retrasos en su votación, va viento en popa y con grandes oportunidades de aprobarse. ¿Cómo así que hunden la reforma de justicia electoral, pero tienen enfilada toda la artillería de las mayorías parlamentarias a la reforma de Roy?
Lo que hay detrás de este doble rasero es preocupante.
Resulta, como lo señala Vargas Lleras en una reciente columna, que la reforma busca ser el sastre para algunos congresistas y zanahoria para algunas colectividades que quieren fortalecerse con el transfuguismo que permitiría la reforma.
Detrás de múltiples propuestas populistas como: la financiación pública de campañas, el voto obligatorio o los límites para la reelección a cuerpos colegiados, se esconde la polémica propuesta de permitirle a los congresistas ser ministros. Un sastre a la medida de políticos como Roy Barreras que no ocultan sus intenciones presidenciales y quieren terminar estando en algún ministerio del Presidente Petro.
Además, las buenas intenciones sobre la financiación publica de campañas y las listas cerradas y paritarias ya fueron trasquiladas, quedando más de lo mismo de lo que tenemos hoy en día -listas cerradas sin democratización de los partidos conduce a la dictadura del bolígrafo, cómo se ha observado en los pocos casos conocidos-.
Al mismo tiempo y contrario a la idea de fortalecer los partidos, se autoriza el cambio a diestra y siniestra de militantes entre diferentes colectividades, lo que promueve el desorden y poca cohesión ideológica (transfuguismo).
En un tema tan importante como las reglas de juego de la democracia, no podemos estar jugado a la agenda particular y veleidades presidencialistas del hoy presidente del congreso. La solidez de las reglas de juego para el ejercicio político se constituyen en el termómetro fundamental de calidad democrática de un país (Cerroni).
La amplia gobernabilidad del gobierno debe usarse para los fines de las reformas estructurales que esperamos los y las colombianas. Conectarse con gobernanza es lo que espera la sociedad de su dirigencia. Usarla para favorecer objetivos personales o partidistas mina la confianza ciudadana y el acatamiento social de sus preceptos.
Necesitamos un diálogo ciudadano amplio que permita un gran acuerdo nacional que reforme el sistema electoral y modernice nuestro vulnerable sistema político. No los pupitrazos que favorezcan intereses personales.
Ya hay un gran avance en la labor especial que encabezó la MOE para el punto 2 de los acuerdos de la Habana; ese debe ser el comienzo de la reforma política del gobierno del cambio.
Esperamos un diálogo profundo y diverso en las diferentes regiones: con la sociedad civil, centros de pensamiento y actores claves de la sociedad para consolidar una verdadera reforma que se conecte con los territorios y la sociedad en general.
Ese es el camino que se debería seguir en el largo proceso que todavía debe recorrer el proyecto, para que deje ser de Roy y se convierta en el que necesita Colombia.
Ñapa internacional.
En una breve estadía en la ciudad de Sherbrooke, provincia de Quebec en Canadá, pude constatar la cualificada calidad de sus instituciones democráticas. Unos comicios sin clanes políticos hegemónicos, gatos voladores, Aidas Merlanos, casas de apoyo, constreñimiento al elector, inscripción irregular de cédulas o compra masiva de votos. Producto, sin duda, de una apuesta de sus políticos por reglas democráticas claras y aceptadas por la sociedad. La visión de una sociedad en donde la forma es igual de importante que los fines. La modernidad