Por: Carlos Rodado Noriega
El debate entre los candidatos con más opción para regir los destinos del país en los próximos cuatro años no se ha caracterizado por la fecundidad de tesis o propuestas para afrontar los grandes desafíos nacionales. Abundan las ideas superficiales sobre las dolencias más agudas que afronta la inmensa mayoría de colombianos y, en forma reiterada, se hacen planteamientos inviables o descabellados. Pero en este artículo me concentraré en un tema que debería estar entre los asuntos prioritarios de la acción pública. Es triste registrar que ninguno de los aspirantes haya mencionado el mar siendo una fuente de riqueza con la que debemos contar para la generación de empleo, seguridad alimentaria y diversificación de nuestras exportaciones. Es decir, las cosas no van a cambiar porque sigue prevaleciendo la misma mentalidad andina que históricamente ha puesto a nuestros gobernantes de espaldas al mar.
Una de las razones de ese desprecio es la falta de conocimiento del enorme potencial que reposa en las entrañas marinas, actitud que explica por qué hemos perdido extensas franjas costeras que hoy son de Nicaragua y Costa Rica y por qué recientemente perdimos 75.000 kilómetros cuadrados en el mar Caribe. Es lamisma actitud que llevó en 1905 al Ministro de Relaciones Exteriores, Clímaco Calderón, a darle unas instruccionesgravemente dañosas al agente confidencial de Colombia en Estados Unidos Enrique Cortés, que afortunadamente no se materializaron. Manifestaba en su comunicación elalto funcionario:
Desea el gobierno vender las islas de San Andrés y Providencia que ninguna ventaja le proporcionan y por el contrario ocasionan al Tesoro Nacional erogaciones considerables…”.
Contrario a lo que pensaba este desvergonzado diplomático, estas islas y el mar Caribe del que hacen parte sí tienen un inmenso valor y son un potencial de riqueza en recursos hidrobiológicos cuya explotación racional les serviría no sólo a esas zonas geográficas sino ala nación entera. Hemos desperdiciado el arsenal de recursos pesqueros que reposa en nuestros mares y en nuestros litorales. Aquí nos referimos fundamentalmente a la pesca y a la acuicultura, aunque somos conscientes de la existencia de otro potencial importante en términos de hidrocarburos y recursos minerales que reposan en los fondos submarinos y que, en el caso colombiano, apenas se han explotado marginalmente. Es lamentable que un país con 2.900 kilómetros de costas sobre dos océanos y con una zona económica exclusiva de más de 900.000 kilómetros cuadrados tenga una producción de pescado, moluscos y crustáceos tan irrisoria como la que muestra Colombia. Nos hemos olvidado que tenemos un áreamarítima tan grande como la parte continental y eso explica por qué hay tanta hambre y tanta desnutrición en nuestro país.
China con 1.400 millones de habitantes ha sorteado el desafío alimentario porque ha sembrado de pescado sus mares. Nuestro consumo anual per cápita de pescado es de 7 kilogramos, uno de los más bajos del mundo, muy parecido al de Bolivia que no tiene costas en el Pacífico.En Colombia el pescado representa el 3% del consumo promedio de proteínas y un 1% de la ingesta calórica. Es irónico que en la costa Caribe y Pacífica la desnutrición infantil cobre la vida de miles de infantes teniendo el mar tan cerca. Por supuesto, tampoco hemos aprovechado como se debería nuestros 24.000 kilómetros de ríos ni los 20 millones de hectáreas en lagunas, ciénagas, embalses, llanuras y bosques inundables. Por negligencia estatalhemos dejado acabar la actividad pesquera tanto en capturas marítimas y fluviales como en el cultivo deestanques en las zonas costeras. La franja terrestre que bordea los océanos Atlántico y Pacífico debería estar literalmente sembrada de una variedad de especies acuáticas para consumo interno y para la exportación.
Según el informe El estado mundial de la pesca y la acuicultura de 2018, Asia está a la delantera en la cría de peces, y su producción ha representado el 89% del totalmundial por volumen en los últimos 20 años. Solamente China ha producido más alimentos acuáticos cultivados que el resto del mundo desde 1991 (57.9% del total en 2018).
Las 78.000 toneladas de capturas marítimas de Colombia palidecen frente a las 7.150.000 toneladas de Perú, 2.120.000 de Chile o incluso frente a las 663.000 toneladas de Ecuador, según datos del informe de la FAO,ya citado. Nuestras capturas son un 1% de las de Perú. No se puede seguir echando la culpa a la corriente de Humboldt, cuando ha faltado voluntad política para estructurar una política pesquera con reglas claras y estables que estimulen las capturas en aguas marítimas y continentales. Además, el pescado se puede sembrar en el mar así como el maíz se siembra en la tierra. Los que han ido a China habrán visto que en el mar se ven fincas muy grandes separadas por cercas, donde cada compartimento es un cultivo de peces y mariscos. Los recursos del mar no son inagotables y ya dejan ver un peligroso nivel de sobreexplotación, por eso, como decía Jacques Cousteau,hay que ir al mar no como pescadores sino como cultivadores.
Lamentablemente, en Colombia no tenemos un Ministeriode Pesca y Acuicultura como lo tienen todos los países con potencial de producción acuícola, ni siquiera un Vice Ministerio sino una institucionalización dispersa en entidades de tercer orden, corporaciones autónomas y comités con funciones ejecutivas. La gobernanza de la acuicultura y la pesca ha variado al vaivén de las circunstancias pero nunca ha sido un asunto de prioridad en la política pública del gobierno nacional . Un sector tan importante ha estado siempre manejado por entidades débiles con unas responsabilidades que superan su capacidad institucional para cumplirlas.
Cada vez se pesca menos y se importa más. Nuestra producción de pescado es de unas 160.000 toneladas pero estamos importando más de 260.000, y uno de nuestros principales proveedores es Vietnam, porque los fletes marítimos son tan económicos que le permiten a un país lejano ser competitivo en el mercado internacional. Es un ejemplo de lo que podríamos lograr si aprovechamos nuestros litorales como zonas estratégicas para establecer en ellas industrias y agroindustrias de exportación. Colombia ha desarrollado una piscicultura en el interior, principalmente en el Huila y Meta, gracias al empuje de empresarios con visión que se han abierto espacio en los mercados del exterior, pero no deja de ser paradójico que las regiones Caribe y Pacífica con una gran diversidad de especies y excelente ubicación geográfica no haya desarrollado el cultivo de peces. Por eso hoy, se produce y se exporta más pescado desde zonas interioranas que desde nuestras zonas costeras.
La ley 13 de 1990 o “ley de la pesca”, ha sido el único instrumento diseñado para alentar la actividad pesquera en Colombia. Lamentablemente, cuando la ley había sido aprobada y sancionada se le cercenó el instrumento más importante encaminado a resolver una de las mayores dificultades del sector, el acceso al crédito, ya que no existen líneas especiales de financiación para la actividad pesquera. Un Ministro de Agricultura cometió el grave error de eliminar la Corporación Financiera de la Pesca, un hecho que me produce enorme nostalgia no tanto por haber sido el promotor de esa institución como por el daño que se le infligió al país. Esa entidad creada por mandato de la Ley 13 con el objetivo de captar ahorro no inflacionario mediante la emisión de títulos valores en el mercado de capitales y obtener créditos blandos con entidades multilaterales, para financiar con esos recursos las necesidades del sector pesquero, desde el pescador artesanal hasta el empresario industrial de pesca marítimadebe ser revivida. Hoy la flota pesquera de Colombia se ha reducido a su mínima expresión y sólo contamos con unos pocos barcos viejos, algunos con 50 años de existencia, cuando la pesca hoy en día utiliza barcos de última tecnología que garantizan mayor eficiencia y sostenibilidad ambiental Mientras en los años 60 existían 60 barcos, hoy apenas existen unos 10 barcos activos. La red de fríos es muy limitada y la capacidad de almacenamiento refrigerado es a todas luces deficiente.
Es necesario darle un gran impulso a la pesca y a la acuicultura que no se ha hecho efectivo porque desde la independencia hasta hoy hemos vivido de espaldas al mar. Se debe crear el Ministerio de Pesca y Acuicultura para que exista una mayor atención a este sector de actividad económica y se encargue de plantear políticas y acciones que le devuelvan la vitalidad a las capturas y siembra de pescado en Colombia. Mientras se siga mirando al mar como ese espacio lejano desintegrado completamente del área territorial por una errónea concepción de país, el hambre, la desnutrición y el desempleo seguirán lacerando a los colombianos, especialmente a los habitantes de las zonas costeras que son quienes más padecen de estas dolencias teniendo una fuente inagotable de riqueza a sus pies.