CUANDO NOS VOLVAMOS A ENCONTRAR
Por: Mabel Morales Polo
Nos desconcierta e impacta, todo aquello que no estaba previsto; lo que nos toma por sorpresa, lo que no imaginábamos que ocurriera. Eso exactamente, fue lo que nos pasó con la pandemia y por eso, en estos días tensos, de la fase de mitigación, no nos reponemos aun del impacto que genera esta cuarentena. Suponemos será hasta el 13 de abril, siempre y cuando la cumplamos responsablemente y se logre aplanar la curva. Puede que sea necesario extenderla o hacerla escalonada. Hay incertidumbre, mientras segundo a segundo, nos preguntarnos. ¿Qué pasará después del coronavirus’ ¿cómo será cuando volvamos a encontrarnos con nuestra familia, con los amigos, el trabajo, con las calles, el estudio, la naturaleza, con el diario vivir ¿cómo asumiremos la imposición de este nuevo orden social?
El coronavirus nos está dando una gran lección, nos ha mostrado, y de la peor manera, la verdadera globalización. El mundo es hoy uno solo; es un verdadero pañuelo, y eso nos sacó de la estúpida osadía de creernos que las redes sociales, fatuos influencers y conectividad, veloz eran lo máximo. La verdadera globalización es esta pandemia, que no reconoce fronteras y que nos plantea el reto de inesperadas formas de ejercer el poder, la autoridad y de construir la ciudadanía. Los líderes tendrán que entender que de nada sirve ser potencia mundial o tener fuerte economía, ´porque el virus nos acecha a todos por igual. No hace distingos.
Intento que hagamos una aproximación, con mirada mundial, como montados en un dron, de esos con los que la policía vigila y controla a los infractores que se salen a la calle a propaga el contagio Descubriremos que entonces, que el Covid19, les está dando en la jeta a los estrambóticos y mesiánicos jefes de estado que creían y (algunos siguen en eso) que no pasaba nada; que era lejano. Ahí están los indisciplinados italianos y españoles. A otros, en cambio, como al atractivo Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, le resultó el manejo autoritario y determinante. Analicemos así mismo, la cercanía, el entorno y confirmaremos, que -cuando sus mandatos todavía olían a nuevo- Elsa Noguera y Jaime Pumarejo, han tenido que enfrentar su compromiso de servicio público, de manera impensada. Su vocación de equidad social, se ha apoyado en equipos de gobierno y escuadrones de funcionarios, que ejecutan las políticas públicas que la situación requiere. Todos ellos, como verdaderos guerreros, desafían el miedo y el peligro, bajo la orientación de tremendos líderes, que no aceptan las imposiciones. Para ellos, lo importante y primero, es la gente. Ella: inspiradora, valiente, amorosa, pero fuerte y aguerrida, abriendo espacios para acoger y curar a quienes enfermen. Él: con la franqueza y sencillez del propio barranquillero, pero ejerciendo imparablemente, el principio de autoridad a cualquier hora y en cualquier lugar; megáfono en mano e imponiendo pico y cedula.
Sin pretensiones y poses sociológicas, sostengo que el coronavirus, puso todo, patas pa ‘arriba. Poco o nada, valen las clases sociales, los títulos y pergaminos, porque hoy es más importante y pesa más quilates la comprometida enfermera, el recolector de basuras, el que surte la mercancía en el supermercado, la asistente que se enclaustró para prepararte alimentos, el vigilante que se dobla en jornada laboral. Ahora, la sobradez sale a sobrar; la prepotencia, fantochería y lo que aquí llamamos “espantjopismo”, no lucen porque el virus no respeta ni pinta, ni bolsillo.
No va a ser fácil volver a encontrarnos después de la pandemia, porque no lo es, ningún proceso de adaptación. No vamos a salir de esto de un momento para otro, no será un estallido de júbilo porque ya terminó la amenaza. El regresar será lento, poco a poco, porque nosotros los protagonistas, no vamos a ser los mismos, seguiremos con temor, pero fortalecidos. Nos toca – he ahí el enorme desafío¨- nuestro nivel de conciencia individual y también la colectiva. Tomaremos precauciones para no contaminar, para no derrochar en lo superfluo, en lo que no es vital. derrochar; evadiremos multitudes. Y me pregunto si para entonces, se nos habrá olvidado tocar, abrazar, acariciar y besar… ¿Tendremos miedo de sudar y llorar juntos?
Esta segunda oportunidad nos puso a hacer muchas tareas, no solo por teletrabajo, sino que, además, nos va a mandar al futuro con un listado largo por hacer. Tendremos grandes obligaciones.
Esto es igual que una montaña rusa: han bajado muchas cosas, como el egocentrismo, el desamor familiar, el ruido y la valoración de nuestro tiempo la falta de solidaridad, el consumo de licor, las infidelidades, el gasto innecesario, el daño al ecosistema, pero tenemos en alza; comprensión, empatía, los valores positivos, conciliar y acepta; el reconocimiento a los padres, el cuidar a los abuelos y privilegiar a los niños, el agradecimiento a Dios. Hoy día, sí nos importa que el vecino esté bien, hay fe, propósito de enmienda y contrición de corazón.
Claro clarito, como lo die Carlos Vives, en la canción que compuso y que intercepta con Marc Anthony: ¡admitiremos que fuimos solo malcriados corazones! Entonces cantaremos juntos:
… “Y una vida nueva que aprender
Nada volverá a ser como ayer
Cuando nos volvamos a encontrar
No dejare de contemplar la madrugada
No habrá más llanto regado sobre tu almohada
No habrá mañana que no te quiera abrazar”..